Un saludo
LA FIGURA DEL FORMADOR
El formador es una figura que cada vez se hace más necesaria tanto en el ámbito pedagógico como en el laboral, ya que es entendido como elemento indispensable de cambio y adaptación a los nuevas exigencias de la sociedad actual. Para ejercer esta responsabilidad es necesario que el formador sea innovador, esté en formación permanente y se abra al cambio, dado respuestas a las exigencias sociolaborales, en general, y a las instituciones en particular.
Estos cambios afectan a todo (aspectos personales, familiares, laborales…), por ello la educación y la formación debe de estar al servicio de los individuos con objeto de adaptarlos a dichos cambios. La educación no solo debe de centrarse en los contenidos, sino fundamentalmente en el proceso de aprendizaje y en el contexto en el que actúa. Por lo que el profesor no solo debe de pensar qué es lo que se aprende sino como se aprende. Para ello se necesita de una preparación especializada.
El formador es una persona imprescindible, por sus conocimientos, en la necesaria permanente formación de los adultos en el ámbito de la formación profesional. Para ello, debe tener conocimientos pedagógicos, didácticos, culturales y profesionales que le permitan hacer frente a las responsabilidades que se le solicitan en el mundo de los adultos. Estaríamos hablando de formador de formadores.
EL FORMADOR EN EL MUNDO LABORAL
El formador debe de ser un profesional perteneciente al mundo del trabajo, siendo especialista en distintos saberes, y debe de ser también un educador entendido como orientador.
Según distintos autores, el formador puede ser visto desde diferentes enfoques, estos son los siguientes:
Enfoque técnico: el papel del formador en este enfoque es formar parte de una estructura de influencias externas, se responsabiliza de reproducir las actividades y planificaciones ya diseñadas, y es trasmisor de normas y directrices a otros profesionales.
Enfoque de la solución de problemas: el papel de este protagonista es tener un b8uen conocimiento de las relaciones para poder actuar adecuadamente, entender el currículum como algo dinámico, incidir en las situaciones de aprendizaje para tomar decisiones que conduzcan a cambios positivos, diagnosticar necesidades delimitando los problemas, generar alternativas, facilitar la toma de decisiones, realizar los diseños que le permitan lograr lo marcado, y evaluar la estrategia, la puesta en práctica, los resultados y la satisfacción alcanzada.
Enfoque cultural: en este enfoque el formador debe de operativizar el cambio incidiendo y movilizando los acontecimientos para ello, ajustar las actuaciones docentes a las líneas de acción previstas, adaptar los métodos, medios y materiales a la cultura del grupo, y vencer las resistencias de cambio.
Enfoque socio-crítico: su labor en este enfoque es consensuar los contextos educativos del proceso de formación, conocer y pactar las diferentes ideologías profesionales, ponerse de acuerdo en los intereses sociales del grupo, hacer ver el cambio como un proceso de negociación y consenso cultural, social e ideológico, y negociar cuestiones como el para qué, el porqué, el cómo….
LA FORMACIÓN DEL FORMADOR
El formador tiene una doble responsabilidad: promover la formación de los profesionales dedicados a ella (tiene un amplio conocimiento y dominio de la problemática a nivel teórico, práctico y de experiencia) y fomentar y potenciar su propia formación (debe de ser continuada).
Siguiendo a Ferrández (1989) presentaremos los enfoques que permiten hacer fente a la formación de formadores:
La tradicional: el formador debe tener conocimientos y formación suficiente que le permiten la formación de los demás, por lo que son meros trasmisores de sus conocimientos y habilidades.
La tecnológica: Supone al formador un buen técnico y experto en cuestiones didácticas: orientar y saber interactuar con el grupo, ser motivador y comunicativo, provocar diálogo, manejar medios y recursos, etc. Además es el formador el que debe de planificar programas, elaborar métodos de aprendizaje, conocer las características de los adultos, etc.
El contextual: describe detalladamente los procesos que tienen lugar en el aula, considerándola como un espacio social de comunicación multidimensional, simultáneo e inmediato. Considera el medio ambiente como inductor de determinados comportamientos.
Ferrández a través de este modelo contextual-crítico, presenta cuatro elementos importantes del mismo:
- Campo de la formación inicial: determinado por el dominio de los contenidos y las estructuras psicopedagógicas de las materias del currículum y la realidad social del mundo del trabajo.
- Campo de la formación permanente: dominio de las técnicas del análisis tanto del proceso como de los resultados, y tendencias socioculturales de las demandas y exigencias para el ejercicio de la profesión.
- El proceso permanente de innovar estrategias requiere de la movilidad profesional como principio de adaptación.
- En el contexto de exigencias profesionales la formación debe de tener como referencia el contexto laboral.
Por otra parte, Gairín y Zabalza, consideran cuatro grandes bloques de formación en el que los formadores deben de desarrollar sus capacidades. Éstos son:
Contenidos culturales- generales: los formadores deben tener conocimientos culturales básicos que les permitan la consecución de competencias técnico-pedagógicas y en el ámbito de la reflexión y el sentido crítico.
Contenidos pedagógicos: Deben abarcar conocimientos y destrezas propias y relacionadas con el ejercicio de su función de formador, abarcando ámbitos pedagógicos, psicológicos, didácticos y organizativos.
Contenidos profesionales generales: correspondería a los propios de la cultura profesional.
Contenidos técnicos profesionales específicos: Corresponderían a aquellos conocimientos relacionados con el ámbito profesional específico del formador, una cultura formativa y contextualizada que dé respuesta a las características del sector y a la naturaleza de la actividad profesional a la que se dirige la acción formativa.
Para finalizar, referir que el formador debe de convertirse y ser un animador que potencie la comunicación y estructure la vida en el aula, lo cual repercutirá en la vida profesional, personal y social del grupo de alumnos, siendo a su vez el responsable de la cohesión del grupo.
Por tanto el formador debe de guiar y orientar el trabajo, facilitar la participación y el trabajo en equipo, organizar, planificar y dirigir planes de trabajo flexible, ayudar y guiar al alumnado, etc.
Estos cambios afectan a todo (aspectos personales, familiares, laborales…), por ello la educación y la formación debe de estar al servicio de los individuos con objeto de adaptarlos a dichos cambios. La educación no solo debe de centrarse en los contenidos, sino fundamentalmente en el proceso de aprendizaje y en el contexto en el que actúa. Por lo que el profesor no solo debe de pensar qué es lo que se aprende sino como se aprende. Para ello se necesita de una preparación especializada.
El formador es una persona imprescindible, por sus conocimientos, en la necesaria permanente formación de los adultos en el ámbito de la formación profesional. Para ello, debe tener conocimientos pedagógicos, didácticos, culturales y profesionales que le permitan hacer frente a las responsabilidades que se le solicitan en el mundo de los adultos. Estaríamos hablando de formador de formadores.
EL FORMADOR EN EL MUNDO LABORAL
El formador debe de ser un profesional perteneciente al mundo del trabajo, siendo especialista en distintos saberes, y debe de ser también un educador entendido como orientador.
Según distintos autores, el formador puede ser visto desde diferentes enfoques, estos son los siguientes:
Enfoque técnico: el papel del formador en este enfoque es formar parte de una estructura de influencias externas, se responsabiliza de reproducir las actividades y planificaciones ya diseñadas, y es trasmisor de normas y directrices a otros profesionales.
Enfoque de la solución de problemas: el papel de este protagonista es tener un b8uen conocimiento de las relaciones para poder actuar adecuadamente, entender el currículum como algo dinámico, incidir en las situaciones de aprendizaje para tomar decisiones que conduzcan a cambios positivos, diagnosticar necesidades delimitando los problemas, generar alternativas, facilitar la toma de decisiones, realizar los diseños que le permitan lograr lo marcado, y evaluar la estrategia, la puesta en práctica, los resultados y la satisfacción alcanzada.
Enfoque cultural: en este enfoque el formador debe de operativizar el cambio incidiendo y movilizando los acontecimientos para ello, ajustar las actuaciones docentes a las líneas de acción previstas, adaptar los métodos, medios y materiales a la cultura del grupo, y vencer las resistencias de cambio.
Enfoque socio-crítico: su labor en este enfoque es consensuar los contextos educativos del proceso de formación, conocer y pactar las diferentes ideologías profesionales, ponerse de acuerdo en los intereses sociales del grupo, hacer ver el cambio como un proceso de negociación y consenso cultural, social e ideológico, y negociar cuestiones como el para qué, el porqué, el cómo….
LA FORMACIÓN DEL FORMADOR
El formador tiene una doble responsabilidad: promover la formación de los profesionales dedicados a ella (tiene un amplio conocimiento y dominio de la problemática a nivel teórico, práctico y de experiencia) y fomentar y potenciar su propia formación (debe de ser continuada).
Siguiendo a Ferrández (1989) presentaremos los enfoques que permiten hacer fente a la formación de formadores:
La tradicional: el formador debe tener conocimientos y formación suficiente que le permiten la formación de los demás, por lo que son meros trasmisores de sus conocimientos y habilidades.
La tecnológica: Supone al formador un buen técnico y experto en cuestiones didácticas: orientar y saber interactuar con el grupo, ser motivador y comunicativo, provocar diálogo, manejar medios y recursos, etc. Además es el formador el que debe de planificar programas, elaborar métodos de aprendizaje, conocer las características de los adultos, etc.
El contextual: describe detalladamente los procesos que tienen lugar en el aula, considerándola como un espacio social de comunicación multidimensional, simultáneo e inmediato. Considera el medio ambiente como inductor de determinados comportamientos.
Ferrández a través de este modelo contextual-crítico, presenta cuatro elementos importantes del mismo:
- Campo de la formación inicial: determinado por el dominio de los contenidos y las estructuras psicopedagógicas de las materias del currículum y la realidad social del mundo del trabajo.
- Campo de la formación permanente: dominio de las técnicas del análisis tanto del proceso como de los resultados, y tendencias socioculturales de las demandas y exigencias para el ejercicio de la profesión.
- El proceso permanente de innovar estrategias requiere de la movilidad profesional como principio de adaptación.
- En el contexto de exigencias profesionales la formación debe de tener como referencia el contexto laboral.
Por otra parte, Gairín y Zabalza, consideran cuatro grandes bloques de formación en el que los formadores deben de desarrollar sus capacidades. Éstos son:
Contenidos culturales- generales: los formadores deben tener conocimientos culturales básicos que les permitan la consecución de competencias técnico-pedagógicas y en el ámbito de la reflexión y el sentido crítico.
Contenidos pedagógicos: Deben abarcar conocimientos y destrezas propias y relacionadas con el ejercicio de su función de formador, abarcando ámbitos pedagógicos, psicológicos, didácticos y organizativos.
Contenidos profesionales generales: correspondería a los propios de la cultura profesional.
Contenidos técnicos profesionales específicos: Corresponderían a aquellos conocimientos relacionados con el ámbito profesional específico del formador, una cultura formativa y contextualizada que dé respuesta a las características del sector y a la naturaleza de la actividad profesional a la que se dirige la acción formativa.
Para finalizar, referir que el formador debe de convertirse y ser un animador que potencie la comunicación y estructure la vida en el aula, lo cual repercutirá en la vida profesional, personal y social del grupo de alumnos, siendo a su vez el responsable de la cohesión del grupo.
Por tanto el formador debe de guiar y orientar el trabajo, facilitar la participación y el trabajo en equipo, organizar, planificar y dirigir planes de trabajo flexible, ayudar y guiar al alumnado, etc.
El formador, Exige mayor responsabilidad, compromiso, empatía, preparación permanente, domino de las tecnologías, conectada a comunicación abierta, dentro y fuera de la organización.
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